domingo, 16 de octubre de 2011

Los indignados atacan de nuevo


Lo de los indignados empieza a parecerse a una película de indios en que vista una, vistas todas.

Vuelven a aparecer coincidiendo con la convocatoria de un proceso electoral en el que la izquierda acapara todas las papeletas para una derrota histórica, aunque a lo mejor es mera coincidencia.

Vuelven a ocupar las calles pidiendo democracia real, pero evitando someterse al escrutinio democrático que suponen las elecciones. Deben considerar que están por encima de esos procedimientos reservados a los simples mortales.

Vuelven a hacerlo sin pedir autorización y al margen de la ley, porque su legitimidad propia se impone a la que rige para el resto de los españoles. Es peculiar el elitismo de estos “desheredados” que se consideran, consciente o inconscientemente, por encima de los demás.

Y vuelven a campar a sus anchas ante la dejación de funciones de un gobierno que, por si hay sardina que arrimar a su ascua, decide nuevamente y de forma rayana en la prevaricación, a quién se le aplica la ley y a quién no.

La novedad es que ahora pretenden exportar el movimiento, no tengo muy claro si en un salto al vacío ante su fracaso previo (la goleada que recibieron por parte del JMJ fue monumental) o como una maniobra de despiste para que no pensemos que de lo que se trata es de intentar adulterar las próximas elecciones generales.

Pues como en todos los western, el final está cantado: aparece el séptimo de caballería y los indios acaban chasqueados y volviendo a la reserva. Y esto es lo que va a pasar en esta nueva entrega. Los españoles decidiremos dentro de un mes lo que nos conviene sin que estos apaches tengan nada que decir, al margen de lo salga de las urnas. Porque todavía queda un largo camino por recorrer hacia el salvaje oeste, lleno de obstáculos que superar. Y para llegar a buen fin hace falta la unión y fe que tenían los colonos americanos, y centrarse en los retos que nos esperan.

Y los que no tengan otra cosa que aportar, al margen de ruido y furia, deberían aplicarse la frase de Einstein según la cual “los que piensan que es imposible deberían dejar trabajar a los que lo estamos intentando”.