domingo, 30 de junio de 2013

See you in September!




Después de un año duro pero gratificante, nos tomamos unas vacaciones blogueras hasta septiembre. Las otras tendrán que esperar todavía.  Salvo que nuestros inestimables políticos y personajes públicos perpetren alguna patochada digna de un post especial, os libraréis de mí por una temporada. Gracias a todos los que seguís este blog y… see you in september.
 “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.” -Miguel de Cervantes-


 

Libertad, libertad, sin ira.



En estos tiempos somos testigos indiferentes de sucesos que, no hace tantos años, nos llenarían de indignación o, al menos, de perplejidad. Desde el asalto de Hacienda a un restaurante en pleno horario de comedor para precintar la bodega, a la imposición de una multa de 300 euros a un niño de 6 años por saltarse un stop en bicicleta. O, como me contaban hace pocos días, el interrogatorio de la policía local a un joven de 17 años, denunciado por un camarero tras darle un sorbo a un vaso de sangría.
Y así, nos parece normal la injerencia absoluta del Estado en nuestras vidas, con burócratas, recaudadores o policías entrando hasta la cocina en parcelas donde nunca pintaron nada. Sorprende el abuso, cada vez mayor, de los entes públicos en el uso de sus potestades, con una absoluta relajación en el respeto a  las garantías de los derechos ciudadanos. No hay más que ver cualquier expediente sancionador actual, dictados masivamente y sin tener en cuenta hechos o circunstancias. Quizá la razón esté en que el Estado no ha hecho sino ocupar el terreno que le ha cedido una ciudadanía blanda que, a cambio, lo espera todo de él, desde un empleo fijo a una entrada de cine.
Algunos alegarán que frente al poder se alzan movimientos de rebeldía que manifiestan la indignación del pueblo, pero ese conato de rebelión es mentira. Los que salen a la calle no luchan por los derechos fundamentales... la vida, la libertad, la justicia, sino por unos pretendidos derechos económicos de todo tipo (desde la renta mínima sin trabajar, a una casa gratis o la cultura subvencionada) que al final no suponen sino la renuncia a decidir nuestro propio destino, para ponerlo en manos de quienes nos gobiernan. No se oponen al poder sino que piden que les cuide mejor o, directamente, formar parte de él.
Pues no nos engañemos, porque ese estado invasor y amoral no busca nuestro beneficio si no es como medio para conseguir el suyo propio. Y así, se permite aplicar la ley a quien le interesa, embargando a un autónomo con problemas de liquidez mientras consiente a una infanta robar, o utiliza sus potestades sancionadoras para fines ilegítimos, como recaudar dinero.
La crisis no puede ser una excusa para delegar la responsabilidad sobre nuestras vidas en el Estado porque, ni los políticos son los únicos responsable de la crisis, aunque hayan tenido un papel decisivo con sus errores (me tiemblan las carnes cuando pienso en Zp de infausto recuerdo) ni, lo más importante, son quienes nos van a sacar de ella. Ha sido el sector privado quien se ha ajustado el cinturón, quien exporta, quien está devolviendo sus deudas, quien está recuperando la marca España, mientras nuestros gobernantes, sean estatales, autonómicos o locales, se muestran incapaces de renunciar al tren de vida público. Somos los ciudadanos los que estamos creando riqueza, mientras pretenden colgarse las medallas esos políticos que nunca han creado un empleo, ni ostentado otro que el que sufragamos los contribuyentes.
Puede que sea tarde, pero confío en que se produzca una reacción y los españoles decidamos recuperar el control de nuestras vidas. Porque cuando seamos dueños de ellas recuperaremos, junto con la libertad, la fuerza moral para decirle al guardia, que pretende sancionar con 300 euros a un niño de 6 años, que corre de nuestra cuenta echarle la bronca. Y que él haga el favor de irse a la mierda.

domingo, 23 de junio de 2013

Un cuento real.



Había una vez un reino encantado donde vivía una Infantita que fue poseída por el Señor Oscuro. Este la llevó a su condado, donde decidieron hacerse un torreón muy caro. Para financiarlo, y puesto que las cosas andaban justas, se metieron en negocios, oscuros como ellos. El problema era que los recaudadores del reino no veían con buenos ojos el dinero oscuro y había que blanquearlo.
El Señor Oscuro llamó a sus edecanes que le aconsejaron acudir al libro de los conjuros blanqueadores, donde descubrieron uno muy eficaz. Había que mezclar los siguientes ingredientes: rabos de lagarto, sangre de murciélago, muérdago, documentos privados y nombres de súbditos.
La receta era sencilla: se escoge a una doncella virgen (si no hay una a mano vale con un abuelete de pueblo chico) que tenga una pequeña propiedad, y se finge que se le vende esa propiedad, que ya es suya, en un contrato privado. Para eso se utiliza la maña de falsear su firma. Se lleva el contrato a la recaudación de tributos del condado, donde nos cobrarán un 7% como transmisión, sin pararse a pensar que es una falsa venta. Y luego… “voilá!” ingresamos el dinero oscuro en un banco, justificando su posesión con la escritura privada de compraventa visada por la hacienda condal. La operación se repite hasta 13 veces con diferentes súbditos, que hay que repartir las cargas entre la población, no vaya a ser. Luego se coge el rabo de lagarto, la sangre de murciélago y el muérdago y se tiran al cubo de basura, que para guarrerías ya vale con las anteriores.
El Señor y la Señora Oscuros se pusieron manos a la obra tan contentos durante un par de años, hasta que descubrieron un conjuro más potente, el elixir de la falsa fundación benéfica, y cambiaron de pócima. Y, entre brujerías y hechizos, fue pasando el tiempo hasta que el Justicia del Reino les empapeló, porque sus empresas y fundaciones no eran como en los cuentos, que lo único que se fabrican son dulces y golosinas, sino que elaboraban una cosa que se llama influencias.
En plena investigación, el Justicia Real pidió las cuentas de la Infantita a la hacienda real, que había cruzado información con la hacienda condal (es el coñazo de los cuentos modernos, que tienen informática) y saltó la liebre de los conjuros. El pueblo se enfadó un poco porque estaba de brujerías hasta el gorro, y pidió cuentas, pues creía que vivía en un reino democrático y parlamentario, donde todos son iguales ante la ley. Pero entonces apareció el Gran Recaudador del Reino y dijo: “Qué os habéis creído? Ha sido un error y punto. Esto es un cuento, y en los cuentos los reinos son feudales y las cuentas son para los súbditos, que los de sangre azul lo que hacen es comer perdices”. Y a nosotros nos dieron con la puerta en las narices.
Y colorín colorado, este real cuento o cuento real se ha acabado.

martes, 18 de junio de 2013

Prohíbo a Facebook que sea Facebook! (Ojo Zuckerberg, que te vigilo)



Últimamente circulan por Facebook rimbombantes declaraciones de los usuarios prohibiendo a Facebook difundir, copiar y no sé cuantas prohibiciones más, las imágenes, declaraciones y cuanto se nos ocurra colgar en nuestro muro. En su apoyo se citan normas de lo más variopinto. Unas no son de aplicación pues, pretender aplicar el Convenio Internacional de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas a las chorradas que escribe cada uno en su muro, es como exigir la celebración de un funeral de estado si se le rompe la Barbie a tu hija. Y otras directamente se han cogido a voleo.
Es cierto que, tanto el Código Penal como la Ley de Protección de Datos, protegen nuestros derechos frente a la Red, especialmente en relación con actuaciones ajenas inconsentidas, como la publicación de imágenes nuestras por terceros, o directamente delictivas, como la distribución de pornografía infantil.
Pero no olvidemos que la batalla entre intimidad y tecnología está siendo ganada por esta última de forma apabullante. Y poner puertas al campo es muy complicado, especialmente cuando las compañías que manejan los principales “social media” tienen su sede en California y se resisten a someterse a la legislación comunitaria. Porque el secreto del éxito de las  redes sociales está en que todo lo que se suba a ellas se difunda al máximo. Si pretendieran proteger la intimidad de sus usuarios, simplemente cerrarían.
Esto quiere decir que estamos indefensos ante los Facebook, Twitter, Tuentis y Youtubes? Por supuesto que no, pero siempre que tengamos en cuenta que el principal enemigo de nuestra privacidad somos nosotros mismos. Así, para protegernos, recomiendo fervientemente aplicar dos normas actualmente en vigor, recogidas en el Convenio Internacional del Sentido Común.
La primera es que, si no quieres que los 2.400 millones de internautas y tu abuela sepan que eres un juerguista, abstente de subir los comentarios y fotos de tus juergas a Internet. La regla es aplicable también para la ideología política, religión, patologías, orientación sexual, manías, drogadicciones y vicios diversos. Las configuraciones de privacidad son papel mojado, en cuanto que cualquiera de tus contactos puede propagar tu información de forma viral.
La segunda es que si crees que en algún momento de tu vida, incluso dentro de 30 años, puedes arrepentirte de lo que vas a subir, simplemente no lo subas. Porque, en flagrante contradicción con la Ley de la Gravedad, lo que sube a la Red no baja, aunque algunos invoquen el “derecho al olvido” y  milongas jurídicas varias. En el momento en que haces click en el botón “enviar”, acabas de perder el control para siempre de lo enviado. Por tanto, si no estás seguro de que lo que haces, cuenta primero hasta cien.
Algunos esperarían cinco o seis referencias a tratados internacionales y un par de agencias gubernativas ante las que hacer valer sus derechos, y se sentirán decepcionados al escuchar que la mejor norma para salvaguardar la intimidad es no exhibirla. Suelen ser los mismos que prohíben formalmente a Facebook que divulgue una información que han colgado encima de un comando llamado “compartir”, al que pueden darle tus cientos de contactos para enviarla al resto del mundo. Muy lógico!

sábado, 15 de junio de 2013

Truco o trato?



A bombo y platillo nos anuncian que, tras un lustro de espera, las dos grandes fuerzas políticas del país, PP-PSOE, han hecho un trato para acabar con la crisis. Bueno, en realidad le han llamado Pacto de Estado por Europa, y viene a ser la puerta a la esperanza de los mortales. Conmovedoras las dos Sorayas, que han dejado de pelearse para explicarnos las bondades del acuerdo. Ya no me extrañaría verlas juntas de compras!
Y yo me pregunto si nuestros políticos son un atajo de idiotas o es que su desvergüenza carece de límites. De verdad creen Mariano y Alfredo que, la conjunción de sus voluntades, obligará a la Merkel y Europa a poner en práctica milagrosas “políticas de estímulo” para la felicidad inmediata, y por supuesto sin coste, de los españoles? Porque eso sí que sería una conjunción planetaria, y no la de Obama y Zp que anunciaba Leire Pajín en tiempos.
A mí las bromas siempre me han gustado. Pero tal vez a los que van a sacar (ya lo estamos haciendo) a España del atolladero, ésta les resulte algo pesada. Hablo de los locos que se han convertido en emprendedores con la que estaba cayendo (90.000 solo en 2012). De los trabajadores que han admitido reducciones de sueldos del 30% para que sus empresas siguieran adelante. De los funcionarios, médicos, maestros o administrativos, que, mientras mermaba su poder adquisitivo día a día, han seguido haciendo su trabajo con el mismo empeño. De las amas de casa, y amos, porque en muchos casos el que se quedaba en paro era él, que han hecho malabares para multiplicar un sueldo por dos. De los que han emigrado en busca de mejor destino sin saber si volverán. También de los cadáveres de esta crisis, empresarios que ha aguantado todo lo posible antes de cerrar, o parados que buscan desesperadamente un puesto de trabajo.
Pues bien, su esfuerzo ha sido y es en vano. Lo que necesitábamos es que esta pareja de comediantes, que a día de hoy todavía no ha tenido la decencia de enseñarnos sus declaraciones de IRPF de los últimos años, se pusiera de acuerdo para salvarnos. Y yo me pregunto: si bastaba con un pacto entre el nuevo Dúo Sacapuntas para ahorrarnos la crisis, por qué no lo hicieron antes? El argumento, entendible hasta en Fondo de Bikini, parece que no se lo plantean muchos periodistas, corifeos de la componenda, como si la suma de dos mediocridades pudiera dar de resultado un genio, y con lámpara además.
A mí lo de Halloween me pilló mayor, pero barrunto que esto más que un trato es un nuevo truco. El par de espectros ha visto que el esfuerzo de los españoles está dando resultados y pretenden capitalizarlo y ponerse una medallita a nuestra costa. Y, dado que se insinúan amenazas en el horizonte contra el bipartidismo, quieren conjurarlas haciéndonos comulgar con la rueda de molino de que nuestra salvación está en sus manos. Ya puestos a hablar de medallas y ruedas de molino, yo les colgaba una al cuello, una rueda digo, y tiraba a los dos al pilón. Por gilipollas!

viernes, 14 de junio de 2013

El fin de la crisis en Extremadura.



En 1981, Ronald Reagan acabó con la huelga salvaje de controladores aéreos por  el expeditivo método de despedir a todos los huelguistas que desobedecieron el requerimiento de incorporarse a sus puestos. Con 12.000 cartas de despido en correos, el Secretario de Estado de Transportes pronunció la frase: “Por lo que a nosotros respecta la huelga ha terminado, ahora se trata de reconstruir el sistema”. Pues bien, dos años después de despedir a los socialistas, y con un descontrol absoluto de la economía extremeña, podríamos decir sin temor a equivocarnos: “Por lo que a Extremadura respecta, la crisis ha terminado, ahora se trata de reconstruir el sistema productivo.”
Porque la crisis extremeña tiene algunas notas diferenciales, consecuencia de casi 30 años de régimen socialista que han producido un erial económico, sostenido únicamente por el aluvión de fondos europeos. El resultado ha sido una economía subsidiada, con un empresariado que solo tenía de tal el nombre, una clase trabajadora en la que los mejor formados son funcionarios y una estructura poblacional tan dispersa que, no solo impide formar centros de producción competitivos, sino que ni siquiera permite una demanda interna consistente. Un factor clave es que casi el 40% de la población vive en pueblos de menos de 2.500 habitantes, además muy separados entre sí. Esta situación, mantenida conscientemente por el poder político durante años, ha sido enormemente útil para mantener viveros de voto cautivo, pero catastrófica para el desarrollo.
Periódicamente saltan a la palestra noticias sobre tal o cual pueblo que languidece por falta de habitantes, con su alcalde o los políticos locales quejándose amargamente de la muerte del “ruralismo”. Yo no veo el problema de que se cierren pueblos. Lo sería si el cierre fuera forzoso, pero mantener a la población en entornos rurales, insostenibles económicamente, a base de subvenciones, me parece la mejor forma de perpetuar las desigualdades. Los pueblos pequeños tenían todo el sentido en una sociedad agraria y sin comunicaciones, donde la mano de obra agrícola tenía que estar cerca del campo. Recuerdo no hace tantos años ver a los agricultores ir a las labores agrícolas en carros tirados por mulas. Hoy se puede mantener la producción agrícola a distancia porque, guste o no, el desarrollo nos lleva a sociedades urbanas.
El espejismo de la sostenibilidad de los pueblos extremeños se ha mantenido mientras duró el espejismo del ladrillo, que absorbía a su fuerza laboral pagando unos salarios desproporcionados a su cualificación (eran miles los que trabajaban fuera y volvían los jueves o los viernes, según el convenio) Pinchada la burbuja, los jóvenes de a 3.000 € poniendo ladrillos vagan hoy por las calles de los pueblos sin oficio ni beneficio. Porque los núcleos rurales, en una economía basada en el conocimiento, están en desventaja absoluta por mucho ADSL que les pongas, al carecer de un entorno rico en conocimiento e intercambio. En ellos, Internet solo sirve para los videojuegos en modo “on line”. Un botón de muestra aterrador es el dato, de esos ignorados por la prensa, referido a una población de 3.500 habitantes que conozco bien: este año va a presentar a selectividad UN SOLO ALUMNO!
Me parece absolutamente legítima la postura de quienes defienden a toda costa los pueblos, siempre que lo hagan desde un pueblo. Porque estoy aburrido de oir encendidas defensas de la vida rural a gente que ha emigrado a la ciudad y solo vuelven al pueblo a dar una vuelta los fines de semana o en las fiestas locales. Estoy convencido de que Extremadura se incorporará al desarrollo cuando se incorpore al mundo urbano. Para eso hacen falta proyectos comunes, como el puerto seco si finalmente se lleva a cabo, superar los localismos, tiempo y ganas. Como decía una vieja canción: “Habrá que componer de nuevo, el horno y el granero, y aprender de nuevo a andar”. Pongámonos a ello sin miedo, ya que históricamente hemos hecho cosas más difíciles.

domingo, 9 de junio de 2013

Los que estamos averiados.



 
A raíz de la propuesta de modificación de la ley del aborto, ha vuelto a abrirse el debate sobre el tema. El argumento estrella, por parte de quienes confunden liberación femenina con aborto, es que el proyecto supone la vuelta al nacionalcatolicismo y el oscurantismo clerical, olvidando que la oposición al aborto no es exclusiva del cristianismo, sino de la práctica totalidad de las religiones. Tal vez porque, cuando la gente cree en Dios, se le quita de la cabeza la tentación de jugar a serlo.
Pero, consideraciones religiosas al margen, confieso que de esta polémica lo que me  repugna es la idea de que las malformaciones del feto sean consideradas causa suficiente para su eliminación. Columnistas como Arcadi Espada califican de “gente averiada” a quienes defienden el nacimiento de “hijos tontos, enfermos o peores”. Rosa Regás habla directamente del nacimiento de “monstruos”.
Yo me encuentro entre esos averiados que piensan que los niños enfermos, “defectuosos”  y “peores” tiene el mismo derecho a vivir  que los sanos, rubios y superdotados. Quizás por tener la dicha de ser padre de un niño que no pasaría el control de calidad de los nuevos espartanos, prestos a despeñar por el Monte Taigeto a toda criatura que se aparte de sus cánones. Curiosamente, a esos defensores de la mejora de la especie se les llena la boca hablando de solidaridad y derechos. Imagino que se referirán a los suyos.
Pero lo que desconocen, porque si lo supieran sólo cabría calificarlos de monstruos a su vez, es que la Naturaleza es sabia y ha dotado a esos niños “averiados” de la misma capacidad para ser felices que el resto. Y además, del misterioso don de influir en quienes les rodean, haciéndolos mejores y, por añadidura, mejorando la Humanidad.
En todo caso, a los que no comparten la suerte de convivir con quienes los partidarios de una raza mejor (a qué me suena la expresión?) denominan “monstruos”, les recomiendo que, antes de aceptar sus tesis, se miren detenidamente en el espejo. Porque, cuando se decide suprimir a los “peores” antes de nacer, se acaban los argumentos para defender el derecho a la vida de los que han nacido ya. Es posible que no nos importe que se lleven a los discapacitados, ni a los enfermos terminales, ni a los ancianos, porque no lo somos. Pero, cuando vengan a por nosotros, tal vez sea demasiado tarde para rectificar.

domingo, 2 de junio de 2013

Los burros transparentes.





Se tramita a bombo y platillo en nuestro parlamento la Ley de Transparencia, que ha de suponer la regeneración de la vida política y la devolución a la ciudadanía de la confianza en sus representantes. Además, va a ser una ley innovadora pues incluirá a todas las instituciones, hasta a la Corona. Se trata, en suma, de que los mismos que, aun estando sometidos al código penal, las leyes de incompatibilidades de cargos públicos y el control de los diversos tribunales de cuentas, han saqueado el erario público, sean purificados a través de una ley cuya aplicación correrá por cuenta de un órgano compuesto por ellos mismos. Anda ya!
A mí, cuando me hablan de transparencia, me viene a la cabeza aquella frase que decíamos de pequeños cuando alguien se interponía entre nosotros y la pantalla de televisión: “Aparta, que la carne de burro no es transparente”. Pues eso, entre nosotros y la decencia política se interponen un montón de burros, con las alforjas llenas por cierto, a los que es ineludible apartar de nuestro camino si queremos restaurar la confianza en la cosa pública. O de verdad piensan que los españoles somos tan estúpidos como para creernos la Ley de Transparencia mientras Ana Mato, Pepiño Blanco, los Pujol o Griñán sigan en primera fila de la política? Seguro que la Corona queda libre de sospecha por publicar sus ingresos presupuestarios mientras se trata de evitar a toda costa que la Infanta sea investigada por los que obtenía a través de empresas dedicadas al tráfico de influencias?
Por qué no se pone en marcha el sistema de listas abiertas que, sin ser la panacea, puede servir para apartar a los corruptos de la vida política? Por qué no se establece como medio de adjudicación de licencias la declaración responsable del ciudadano y su control posterior, evitando trabas previas y la posibilidad de “mordidas”? Por qué no se imponen límites temporales a la permanencia en cargos públicos? Por qué no se suprime definitivamente la figura del aforamiento, residuo histórico que carece hoy de fundamento? Por qué no se aplica la Ley de Prevención de Blanqueo de Capitales a los políticos españoles, que se excluyeron expresamente dejando en cambio a los extranjeros ("vaya morro!", que diría mi hija) La respuesta es sencilla: se trata de cambiar para que nada cambie.
Algunos argumentan, poniendo el carro delante de los bueyes, que Dinamarca tiene una ley de transparencia política y la corrupción es insignificante. No será que lo que tiene son políticos honrados?  Cuando vea a los políticos honestos, que todavía los hay, expulsar de sus partidos a los deshonestos, empezaré a creer en la transparencia y regeneración. Mientras, seguiremos pensando que quieren aparecer ante nosotros vestidos con una nueva ropa pero, eso sí, sin haberse duchado antes. Y el cambio de hábito no va a poder disimular el olor a podredumbre que actualmente acompaña a la política en nuestro país.
“Res non verba”.