A finales de 2014, muchos
españoles se empeñan en ver negro donde, como mínimo, hay gris. Se empeñan en
continuar lamiéndose las heridas de una crisis que va quedando atrás. En responsabilizar a la sociedad o a los
políticos de no haber hecho nada para sanarlas mientras
esperan que algún mesías, paradójicamente encarnado en forma de político, lo haga.
A todos ellos tengo que contarles
lo que he visto en este año que termina.
He visto filas de camiones
cargados llenando una A-5 donde hace un par de años solo se veía asfalto. He
visto nuevas oportunidades de negocio que estaban esperando que alguien las
descubriera. He visto a profesionales desempeñando trabajos inferiores a su
cualificación con la esperanza de que fuera el trampolín a otro mejor, y a otros
con magníficos trabajos cambiando de empresa para mejorar, sin importarles la
incertidumbre ni su antigüedad en el anterior. He visto como, compañías que
habían dejado proyectos abandonados por falta de presupuesto, nos llamaban para
retomarlos. He visto, en fin, como había un cambio de tendencia evidente para
todo el que esté dispuesto a salir del túnel en lugar de obcecarse en
permanecer en él, culpando al mundo de no ver la luz.
Para los que están sentados, esperando
que el destino venga a llamar a su puerta, sin decidirse a llamar a la puerta
de un nuevo destino en el año que asoma "esos momentos se perderán como
lágrimas en la lluvia."